La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos.
-Marco Tulio Cicerón-
La tradicional calaverita de azúcar-chocolate surge a forma de broma para ser regalada a un conocido, con el objetivo de recordarle su inevitable destino, sin embargo esto no se toma como un insulto o mal augurio en México, por el contrario se considera algo agradable, a pesar de su objetivo inicial, hoy en día las calaveritas forman parte esencial no solo de las ofrendas de día de muertos, sino también de la misma época, más allá de un mero recordatorio de la muerte, como una delicia comestible y para recordar a los que nos han dejado.
Históricamente hablando, siempre han existido héroes por todo el mundo, personas que realizan hazañas impresionantes por los suyos, se ganan el afecto de su pueblo, y de una u otra forma son inmortalizados en sus recuerdos. Desde Gilgamesh el sumerio, hasta Finn el chico humano, los héroes han tomado cientos de formas, han tenido diferentes habilidades, no solo físicas sino en algunos casos, intelectuales, y han logrado resolver o no sus conflictos, en la mayoría de los casos, e incluso en aquellas historias completamente fantasiosas e imaginarias, estas están consciente o subconscientemente repletas de lecciones sobre la vida, y sobre todo, sobre la cultura en la que se habita, te muestran lo que esta éticamente bien y mal desde el punto de vista de esta, así como la forma en que se deben realizar las costumbres de la misma para tener una mejor convivencia con los otros miembros de dicha cultura.
Joseph Campbell, en su libro “El héroe de las mil caras”, nos habla sobre un exquisito reconocimiento de patrones en varios mitos y leyendas no solo de todo el mundo, sino de todas las épocas, dando como resultado al monomito, un modelo básico de los relatos que describe las similitudes de estructuras y desarrollos entre los mitos. A pesar de que no todos lo héroes existentes encajan perfectamente en esta postura, todos o casi todos comparten algunos de los datos.
Y en esta esquina, con 95 kilogramos de peso, Santo, el enmascarado de plata. En la cultura mexicana del siglo XX, el santo juega un papel crucial como el héroe de México, quien infundía esperanza y fantasía a sus seguidores, ya fuese en el ring, en sus historietas o películas. En cuanto a una anécdota familiar, derivada de las pocas pláticas que recuerdo con el abuelo German, el platicaba sobre una de las primeras veces en que el cine llegó a su pueblo, una película de el santo fue proyectada, y durante el momento de tensión de la misma, donde el santo parecía no tener oportunidad, un señor se levanto e invitó al pueblo (a los presentes) a apoyar a su héroe el santo para que no se rindiese y venciera a su oponente. Es claro que el santo marcó al mexicano de forma profunda, a pesar de que Rodolfo Guzmán Huerta pudiese tener sus defectos como persona, el símbolo que generó el santo es algo completamente diferente que vivirá en el corazón de los mexicanos por mucho tiempo. Santo es el héroe de luz ante el cual la oscuridad cede, pero, ¿Y qué tiene que ver con el día de muertos? Se podrán preguntar aquellos que se tomen la molestia de leer estas hojas.
Ciertamente puedo decir que no conozco perfectamente los motivos, formas, ni orígenes de la tradición del día de muertos, mucho menos la forma correcta de armar una ofrenda en cualquiera de sus variantes, más allá de mi experiencia personal, solo cuento con aquello que pueda encontrar en internet. Sin embargo, su servidor considera su cultura como todo aquello que conoce a partir de sus experiencias personales, y no aquello que debería o podría conocer y que sin embargo ignora. De este modo, puedo decir que el día de muertos, representa un punto en una época del año llena de sorpresas y emociones, recuerdos y esperanzas, un tanto entremezclado con el Halloween, pero que aún logran diferenciarse como unidades separadas. La ofrenda en efecto, ha servido como constante recuerdo de aquellos que a la fuerza se unen, mas sin embargo, la colocación de la ofrenda es algo mas conceptual que tradicional, y se basa en arreglar con aquello que se había considerado curioso en la feria del alfeñique, y que tuvieran una cierta relación con los difuntos.
Los héroes, son la nueva cara de la moneda, aunque recordemos sus enseñanzas y legado, no se les considera un espacio en el año para celebrar su recuerdo. La inmortalidad de aquellos héroes reales queda deformada en los libros de historia, la de aquellos héroes ficticios como el santo en algún periódico viejo o máscara de juguete, y la de aquellos mitológicos y religiosos en un libro de cuentos infantiles. Pues es ese el objetivo de las calaveras de héroes, recordar no solo a aquellos a quienes conocimos, sino aquellos que aunque anónimamente, nos inspiraron y traspasaron sus experiencias.
Oye, ¿y por qué Darth Vader?, ni es mexicano, ni es héroe. Como bien se ha comentado en diferentes medios, la cultura individual no esta formada exclusivamente de una fuente, especialmente en esta época globalizada, a pesar de que mi cultura no surge de cientos de culturas diferentes, existen algunas que de una u otra forma afectan más que otras, y en el caso especifico de los héroes, una gran cantidad de ellos proviene de las culturas grecorromana y estadounidense.
No todos los héroes completan su objetivo, algunos de ellos deben sufrir una catarsis previo a su iluminación. En el caso de Darth Vader se ve un héroe caído, en mi caso particular, este es posiblemente el primero del que tengo memoria. A pesar de perder su camino y volverse al lado oscuro de la fuerza, con ayuda de su hijo Luke, Vader logra volver al lado luminosos y vencer al emperador, cumpliendo así la profecía de destruir a los sith.
Y así, los héroes como el Santo y Darth Vader son recordados e inmortalizados por nosotros, los simples mortales por medio del chocolate y las figuras sagradas, recordándonos no solo historias que nunca ocurrieron como tal, sino experiencias que no tendremos que sufrir para aprender grandes lecciones, y que sin embargo forman parte de nuestra cultura, pues ellos son resultado de la misma.
“Nadie hay detrás del enmascarado. Todos y ninguno a la vez”
-Santo-
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